A continuación se reproduce el texto íntegro del portal del FMI titulado: Algunos dicen que la disyuntiva es salvar vidas o salvar empleos, pero se trata de un falso dilema, escrito por Kristalina Georgieva,Directora Gerente del FMI, y el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS.
3 de abril de 2020
En medio de la lucha internacional contra el COVID-19, país tras país se enfrenta a la necesidad de contener la propagación del virus a expensas de paralizar la sociedad y la economía.
A primera vista, se plantea una disyuntiva: salvar vidas o salvar medios de vida. Se trata de un falso dilema: de hecho, controlar el virus es una condición necesaria para salvar los medios de vida.
Esto es lo que une tan estrechamente a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y al Fondo Monetario Internacional (FMI): la OMS tiene por misión proteger la salud de las personas, y está preparada para asesorar sobre las prioridades sanitarias; el FMI existe para proteger la salud de la economía mundial, asesora sobre las prioridades económicas y también ayuda a proporcionar financiamiento.
Nuestro llamado conjunto a las autoridades, especialmente de mercados emergentes y economías en desarrollo, es que reconozcan que la protección de la salud pública y la reincorporación de la población a la fuerza laboral van de la mano.
En esta crisis, la OMS está al frente de la lucha en virtud de su mandato, y el FMI también lo está. En el breve tiempo transcurrido desde que el COVID-19 comenzó a propagarse por el mundo, la demanda de financiamiento del FMI se ha disparado.
En los 75 años de historia de la institución, jamás se han encontrado tantos países —85 por el momento— necesitados de nuestro financiamiento de emergencia. Estamos suministrándoselo con una celeridad sin precedentes: ya se han aprobado los primeros proyectos y se han desembolsado los fondos para proporcionar la asistencia tan necesaria que permite a los países protegerse frente al drástico aumento de las necesidades financieras, en medio de la repentina caída de la actividad económica y del ingreso fiscal.
A medida que este financiamiento de apoyo a presupuestos públicos sumamente restringidos llega a los países necesitados, apelamos a conceder máxima prioridad al gasto sanitario. El pago de los salarios de médicos y enfermeras, el respaldo a hospitales y salas de emergencia, el establecimiento de clínicas de campaña improvisadas, la compra de equipamiento de protección y equipos médicos esenciales, la organización de campañas de sensibilización pública sobre medidas sencillas como el lavado de manos: todas estas son inversiones críticas para proteger a las personas contra la pandemia.
En un sinfín de lugares, los sistemas sanitarios no están preparados para una avalancha de pacientes de COVID-19 y es primordial darles refuerzos.
Y esto puede y debe ir acompañado de un apoyo a las prioridades de toda la economía necesarias para reducir el desempleo, minimizar las quiebras y, a medida que pase el tiempo, lograr la recuperación.
Ese respaldo se suma al gasto sanitario —no lo sustituye— y está focalizado en los hogares y las empresas más afectados, en particular mediante transferencias de efectivo, subvenciones salariales y trabajo a jornada reducida, el afianzamiento de las prestaciones por desempleo y las redes de protección social, y la limitación del aumento del costo del crédito.
Somos conscientes de lo difícil que es encontrar el equilibrio justo. La actividad económica se está desplomando a medida que los contagios y la lucha contra la pandemia afectan a trabajadores, empresas y cadenas de suministro, la pérdida de puestos de trabajo y la incertidumbre lastran el gasto, las condiciones financieras se endurecen bruscamente, y el colapso del precio del petróleo golpea a los exportadores de productos básicos, a todo lo cual se suman los efectos de derrame transfronterizos.
En los países con grandes economías informales, las familias dependen de los salarios diarios para sobrevivir. En los barrios marginales sumamente congestionados, el distanciamiento social es imposible.
Sin embargo, estamos convencidos de que el financiamiento de emergencia puede ayudar únicamente si los países encuentran ese equilibrio. La OMS puede ayudar en ámbitos vitales para la coordinación, como el de asegurar la producción y entrega de suministros médicos a los necesitados de manera eficaz, eficiente y equitativa, facilitando, por ejemplo, acuerdos de compra anticipada.
Asimismo, la OMS está colaborando con los proveedores de equipo de protección personal para los trabajadores de la salud a fin de garantizar el funcionamiento de las cadenas de suministro. Se trata de un ámbito en el cual la colaboración con otros organismos internacionales puede ser tan eficaz: por ejemplo, la capacidad del Banco Mundial de agregar la demanda para adquirir suministros médicos al por mayor.
El FMI, por su parte, busca ayudar duplicando la capacidad de respuesta de emergencia, de USD 50.000 millones a hasta USD 100.000 millones, de modo que los países dispongan del doble de los fondos que disponían en el pasado para emergencias. Su capacidad total de préstamo, de USD 1 billón, ha quedado asegurada gracias a las medidas decisivas adoptadas por los países miembros.
Asimismo, el FMI está incrementando la capacidad de alivio de las obligaciones de la deuda de los países más pobres a través del Fondo Fiduciario para Alivio y Contención de Catástrofes, al cual generosos miembros están suministrando recursos en forma de donaciones. Y, junto con el Banco Mundial, ha recomendado una moratoria del servicio de la deuda de los países más pobres ante los acreedores bilaterales oficiales mientras la economía mundial continúe paralizada por la pandemia.
El curso de la crisis sanitaria mundial y el destino de la economía mundial están inseparablemente entrelazados. Es necesario luchar contra la pandemia para que la economía se recupere. Por eso, la OMS y el FMI están colaborando estrechamente, entre sí y con otros organismos internacionales, para contribuir a la atención de las necesidades prioritarias de los países.
Porque trabajamos de la mano, con poco tiempo y recursos finitos, es esencial que nos centremos en lo que es realmente prioritario para salvar vidas y medios de vida. Nuestro llamado conjunto es que, en una de las horas más oscuras de la humanidad, los dirigentes no tarden en dar un paso adelante para ayudar a los habitantes de los mercados emergentes.
Kristalina Georgieva es Directora Gerente del FMI, y el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus es Director General de la OMS.